lunes, 22 de septiembre de 2008

Vamos a picarla finita , a ver si así lloramos o le damos utilidad a los pañuelitos desechables.

lunes, 31 de marzo de 2008

Cardiovascular.-

Esto ha partido con tres veces distintas. Ninguna me deja conforme ni parece reproducir las cosas tal como son y es que lo que escriba no va a solucionar ni representar el hecho de que...
Te sentaste a mi lado y me conversaste cosas livianas, yo apenas podía sostener tus ojos en los míos y mientras me rozabas el brazo no sabía si ponerme nerviosa u obviar el gesto.
Te conté que ya no estaba leyendo, que dejé de escribir y que ya no tarareaba canciones mientras caminaba. Tú me dejaste dormir la siesta en tu cama y pusiste un video de skate . No me viste dormir.
Tampoco te vi en dos años. Y pensar que en ese tiempo te enojaste porque te bloqueaba o te borraba de mi msn. Como si importara.
Como si te importara saber que durante seis meses carreteé imparablemente y cuando le daba un beso a otro yo pensaba en ti. Como si te importara aprenderte el nombre de mi perfume , el día en que nací o saber que hay una cumbia villera que lleva mi nombre.
Como si me importara aprenderme el nombre de tus hermanos y hacerme la desentendida cuando querías mirarme fijo o saber que te cuesta levantarte en las mañanas.
Como si me importara saber que te encantan los Ramones y que la última vez que caminaste a mi lado me miraste el traste.
Porque se me pueden olvidar muchas cosas. Olvidarme por ejemplo, de que somos un capítulo aparte y por separado. Olvidarme de que algún día pienses en mí en medio de un semáforo y olvidarme de que vivir en ciudades distintas nos hace más partners.
Obviar el olor que nunca sentí en tu cuello, que hayamos compartido una cerveza que no me gusta tomar o que sepas que no quiero tener hijos.
Y tú te vas olvidando de que soy una persona con menos complejos y más sencilla , que si no hablo mucho es porque nunca sé que decir exactamente. Te olvidas de que no fumo y de que los domingos por la tarde me dan ganas de salir a caminar y que pienso que ojalá el que me acompañara fueras tú.
A mi también se me olvida el día de tu cumpleaños pero igual te llamo y te saludo, se me olvida si te gustaría que alguna vez yo te invitara a comer a mi casa y fuera yo quien cocinara.
Pero hay otras cosas que lo difuminan todo. Mi ensoñación y tu visión. No sé por ejemplo el número de tu casa ni si te gusta comer palta en el desayuno, como a mí. No tengo idea si todavía quieres jugar a ser roquero o si alguna vez te sentiste tentado a tocarme el pelo. Y tú no tienes idea de porqué nunca titulo los mails ( ni yo sé) o porque el único regalo que me haría feliz en este momento sería un cd complilatorio con canciones tontas (pero buenas) de Mijares “Solado del amor”, Franco de Vita “ Sólo importas tú”, Massiel “Eres” , Diego Torres “Andando” , Emanuel “El día que puedas”. No tienes idea de que mis comidas favoritas son el queso, el helado de pistacho, maní confitado, pasas rubias saladas y camarones.
Porque a lo más nos saludamos con beso en la mejilla y ni rastros de quedarse un rato más en la cama escuchando Belle & Sebastián, Intepol o los Stone Roses. Y si en alguna remota posibilidad te hiciera cariño en el pelo y en la espalada sería para que te quedaras conmigo un rato más y ver juntos “Se arrienda” o “Matin H”.
Y después te preguntai que porqué nos alejamos, no nos vimos más y nos dejamos de pescar.
Porque nunca me encontraste en un libro ni en una canción que escuchaste cuando te sentías solo. Nunca te dieron ganas de llamarme un sábado por la noche a las 4 de la madrugada, ebrio, y decirme todo lo que ,sobrio, no te atreves.
A mí si me dieron ganas de hablar contigo.
El gusto de sentarte a mi lado . ¿Para qué?. Para creer que somos amigos cuando en el fondo sólo tenemos nuestros celulares registrados pero nunca nos llamamos.
El gusto de estar por estar pero sin estar.
Porque ahora todo es bien distinto y sí, sigo usando flores en el pelo.

Clan- Destino.-

No recuerdo si fue esa vez que te vi fumando y hablando por tu celular en las afueras de un conocido Hoyts o fue esa vez que te escuché por la radio y te encontré la razón absoluta sobre un tema político del momento.
Tampoco me acuerdo si fue lo dócil de mi vida lo que te hizo que te acercaras. A lo mejor fue esa vez en que pasaste por mi lado y me pediste fuego o quizás fue esa vez en que dos tipas te saludaron y te pidieron sacarse una foto contigo y tú, respetuosamente, les dijiste que está vez mejor no, todo porque estabas conmigo.
A veces es mejor así, pavimentar el camino solo y otras veces se hace más fácil emparejarse con gente que no tiene nada que ver con uno… así como nosotros.
Si siempre renegué de la fama y de los destellos con chequera farandulera, esa vez me caí feo. Contigo.
Nunca entendí que hacía en tu cocina preparándome leche con chocolate mientras tú desayunabas en el Dunkin Donnats sabiendo que la gente alrededor tuyo cuchicheaba por verte ahí comer. Como si no fueras ser humano, como si hablar en una radio conocida y salir de vez en cuando en un canal del cable, fuera suficiente como para que todos los servicios te llegaran gratis a la casa.

Acuérdate las veces en que salíamos juntos y preferíamos no andar de la mano. Es que tú te ves demasiado chica al lado mío, imagínate si pasa un paco al lado… va a creer que estoy cometiendo pedofilía. Eso dijiste. Yo, a la vez, te decía que me daba lo mismo que me vieran con alguien conocido de la mano, que alo mejor la gente iba a pensar que eras mi tío y no mi pareja.
Clandestinidad podría haber sido el título de todo eso. Con suerte le conté a una de mis amigas, que ni siquiera estaba en Chile y que jamás había escuchado tu nombre. Tú nunca les comentaste nada a tus amigos treintones, y suerte la nuestra que haya sido así.
Yo prefería quedarme viendo tele en la cama, faltar a alguna clase de algún profesor barrero y nunca supe decidir en la combinación de tus camisas y tus pantalones. Tú decías que mi pinta era acorde a mi Universidad, que mis pechugas chicas hacían juego con mi cara de guagua y que mis problemas eran burbujas de una pompa de jabón con olor a tuti fruti.
Yo te decía que no entendía tus análisis en la radio, que poco y nada me importaba el IPC, el IVA y esos entrevistados lateros que tenías en la radio.
Mi lectura era La Tercera y El Mercurio, tú apostabas por el The Economist y la Forbes.
Ver tele era un drama, al principio gruñías por ver todos los noticieros pero igual me dejabas ver las películas francesas.
Jamás coincidimos en nada. Mientras en tu auto manejabas y veías los videos de Morricone, yo siempre te molesté escuchando a los Chemical Brothers. Mientras yo me compraba mi ropa en
Providencia, tú encargabas las corbatas a Argentina.
Mientras yo dibujaba mi vida con carreras inconclusas y conversaciones en el MSN con mis amigos, tú ya ibas por la planificación estructurada de los adoquines de tu Isapre, la hipoteca del departamento nuevo, nulas crisis existenciales y negociaciones frecuentes entre tu ego y el de los demás.
Demas que éramos muy fomes, muy aburridos el uno del otro. Es que 25 y 46 no se llevan muy bien parece. 25 y 46 puede ser un número de pasión, pero de pasión efímera. De convivir un par de meses pero no de proyección. 25 y 46 no se entienden con gastos, con emociones, con estilos de vida, con lecturas ni con todo el cariño que se tengan.
21 años pesan. Y harto. Mientras uno se resigna a la soltería permanente, el otro se acostumbra a conocer lo favorable del mercado a disposición. Mientras uno llama para lo estrictamente necesario, el otro llama en los momentos inesperados para ronronear un infantil "te quiero mucho".
Y así no más fue y será. Una mujer crecida, con aires de pendex, amontonando tantos libros y cds que faltaría vida para leerlos y escucharlos todos. Un hombre mayor que goza del reconocimiento de las féminas y se niega a darles el favor a sus adversarios colegas.
Ni tan asombroso como para no creerlo ni tan insignificante como para no atesorarlo. Igual te voy a seguir escuchando en la radio y me voy a seguir riendo de tus entrevistas. Igual te vas a seguir riendo de mis cosas y nunca más me vas a escuchar por tu oficina.

Fuimos clan-destino por excelencia. Un clan que duró lo suficiente como para no enamorarse ni arriesgarse a más y, creamos, que un destino que nos supo separar a tiempo.
No concluyo con despedidas ni con promesas débiles que no podré resolver en el mediano ni en el corto plazo, más bien me arrimo a mi risa y a mi nueva carrera en un país distinto a éste. Pena no
tengo ni creo que tenga, a lo más será nostalgia por lo que fue y lo que dejé inconcluso, nada más.
Al menos por hoy, nada más.

domingo, 10 de febrero de 2008